domingo, 3 de noviembre de 2013

Especiale Halloween Tira #33 Happy 'Helloween' IV

 
#33. Happy Helloween IV
 
Y aquí mostramos la penultia tira de la saga Happy Helloween. Línkener narrará las esperpénticas historias sobre sucesos tenebrosos que nunca se han visto en la historia, mientras que Guille, Pármeno, Ignacio, Thrawn, Pimpinelo (y una invitada) se aterran con solo esuchar sus sinopsis;
luego está la mofa  de una niña pequeña burlandose del peso del payaso psicopata Rob3rt, confundiendose la arlequín Tsuki sobre la indierecta de la niña para que luego Promnight, Conejo, Osoyogi, Ivankiller y ella se rian de la situación (No se si pillan el chiste de la tira).
 
Allá vamos que nos vamos:
 
 
1º-> SANGRE:
 
El interrogatorio fue largo. No daban crédito a la historia que les contéhistoria. Se burlaron. Rieron. Rieronmucho. Sacaron crucifijos. Sacaron ajos. Sacaron espejos... Vieron que nadasurgía el efecto que la teoría cinematográfica y alguna literatura creó. Lesdije donde encontrarían la otra pieza del puzle que les dejé en plena Plaza delPilar. La cabeza que fui a buscar fuera de la ciudad. Examinaron mis colmillos.Pero eso era algo sencillo de modificar por cualquier dentista un poco hábil. Enel coche encontraron la pieza que les faltaba, y también restos de varios tiposdiferentes de sangre. Si, fui escrupuloso con los cuerpos, pero es difícil controlartoda la sangre de un cuello destrozado. Les expliqué. Les supliqué que evitaranmi contacto con los rayos solares. Volvieron a reír. Me insultaron. Era loprevisible, al fin y al cabo habían dado caza al sádico asesino, y resultó serun loco que se creía Drácula… 

La carta en una mano, el corazónparado en la otra y la furia rebosándome. Coloqué en su sitio natural elcorazón arrebatado. Me puse en pie. La carta se empapó del color de mis manos.De su sangre. Las limpié con un pañuelo.También, lo mejor que pude, mi cara. Hui. Más tranquilo, en la habitación delhotel, acabé de lavarme. Sentado en la cama leí la carta. Por no sé que motivo,en la misiva no se mencionaba, David se había ausentado de nuestra comúnresidencia, de ahí que le escribiera la carta. Con él si parecía sentirse agusto. Apenas se me acercaba ya. Cuando lo hacía era por su conveniencia. Parasacar provecho de ello. Bien para conseguir acercarse a algún amigo o contactodel que deseaba sacar algún tipo de beneficio. Era ambiciosa. No le bastaba supoder físico, hasta, mental del que sacaba siempre el máximo partido,ambicionaba poder, algunos de mis amigoseran políticos y militares de cierta relevancia.
Se mostraba cariñosa, como lofue conmigo los primeros años. Le contaba, que sentía que me estaba volviendomuy irascible. Empezaba a desconfiar. Era el momento de deshacerse de mí. Eralo bastante lista como para darse cuenta.
Su sonrisa pareció brotar de lapenumbra. Recordé las pecas que inundaban su cuerpo.
Quería asesinarme porque sabíaque si no lo hacía sería ella la quemoriría. Su preocupación era máxima. Su adicción visceral a los excesos,sexuales, sangrientos, alcohólicos, fueron mis aliados. Sabía cuando bajaría laguardia, y lo aproveché, precisamente la ausencia de su protegido, DavidMendoza, y el deshacerse de su divertimento sexual-sangriento, crearon mioportunidad.
Fuimos por separado, iba a serla última fiesta. Esa misma semana quería acabar conmigo. Si no se llegan a darese cúmulo de casualidades, no habría tenido la ocasión de acabar con su vida,y el muerto habría sido yo. Lo tenía todo planeado para acabar conmigo, alregreso de David. Era mucho más poderosa, pero no tan ágil, necesitaría ayudapara apresarme si no me cogía desprevenido, y no quería darme ningunaposibilidad.
No pude llorar. Hacía ya muchosaños que agoté las lágrimas. Me envolvía una oscura nebulosa de nostalgiadepresiva.
Algunavez creí estar a punto de volver a crear alguna lágrima. No. No era capaz. Mialma se quedó en el siglo XIX, ahí yacía. Su cara volvió a la habitación. Sucuello desnudo. Su pelo recogido. Enigmática tristeza en su cara. Pecosa.
Susgritos me despertaron. La sábana me cubría por completo. Entre los berridos delos guardias abrí los ojos. ¡Era de día!. La luz solar entraba en la habitación.Maldije a esos bastardos. Entraron en lacelda. Ante mi inmovilidad, tiraron de la sábana. Cubrí mi cara con las manos.Estas empezaron a sufrir el efecto devastador del sol. Mis manos se abrasaban. Por suerte, dormí vestido. Salté de la cama yme acurruque en un rincón, protegido este por las sombras. Los bastardosgritones aún estaban inmóviles. Alucinados por lo que acababan de presenciar.Taparon la ventana con una manta. Todala mañana estuvieron haciéndome pruebas médicas. Me llevaron en un furgónpolicial. Cubierto por una manta y protegido con un casco de moto. Cortesíaeste, de un sargento. Al principio la ideade una rara enfermedad cutánea fue su opción principal al "extrañosuceso" de la mañana. Extraño para ellos, claro. La exposición fue breve.Los daños también, pese a la espectacularidad de la escena. A pesar de todo eldolor era intenso.
El cansancio cerraba mis ojos.Apenas dormí tres horas. No comí. Preferí dormir. El interrogatorio continuó por la tarde.
La sala, en penumbra. Conté la verdad. Obvié los detallesmás personales. Me ceñí a los últimos meses. Siguieron sin creerme. Un loco. Undesquiciado buscando protagonismo y que, con suerte, vendería la historia,película hollywoodiense, famoso en el mundo entero, como Charles Manson, TedBundy, y otros tantos. Las risas eran más apagadas, las cabezas fotografiadasestaban encima de la mesa, por eso les daba cierto reparo a expresarsu hilaridad. Me preguntaron por mis colaboradores, mis motivos, infancia,trabajo… No, no podían pensar en que en pleno siglo XXI existieran vampiros,cuentos para asustar a niños, y ya ni eso, quizá hace 100 años, no ahora.
Me encontraba algo más fuerte,el descanso me había sentado bien. Esposado, con las manos en la espalda.Sentado en una incómoda silla. Repetían una y otra vez las mismas preguntas. Obteníanlo mismo. Repeticiones.
Hastiadode su incredulidad esperé a que uno de ellos, en el paseo que hacía cíclicamente,pasara a mi lado. Me levanté y me abalancé a por él. Arranqué un trozo de sucuello, que fue a parar entra las fotos de la mesa, y sacié mi sed de sangre.

No sabía si Susana llegó a compartir sus temores con alguien más. Temía quedespués del fatal desenlace, David sí. No tardaría, siendo conocedor de lasituación, en atribuirme su final. No guardó los temores de Susana en silencio.Seguro. Quizá quiso ser él mismo quien me pusiera fin, pero seguro que noestuvo sólo en mi persecución.
Esa fue mi última noche ahí. Denuevo nocturno nómada. Ocasionalmente volvía, brevemente al sedentarismo. Meencontrarían más veces.
La vozse corrió rápidamente. Susana era muy conocida, sobre todo entre los nuestros.Sus fiestas eran conocidas en casi toda España. A partir de esa noche todo secomplicó aún más. Mis enemigos se multiplicaron. Mi cautela tuvo que aumentaren la misma medida. Pasaron años hasta que volvieron a encontrarme. Eran los últimosaños de la República.

El uniforme, azul oscuro,camuflaba la sangre que le escurría desde el cuello. Sus dos compañeros metiraron al suelo. A pesar de lo aparatoso de la herida, no era mortal.
Se encargaron de que no pudierarepetir ataque alguno en los siguientes interrogatorios. Silla anclada alsuelo, collarín inmovilizador, esposas en tobillos, brazos a la espalda, tambiénesposados...
Los días pasaban. Las semanas.Seguían sin creerme. Asesino. Psicópata.Loco. ¿Vampiro?. Historias de adolescentes, de frikis, enfermos del síndromePeter Pan. El país se alivió al conocerse mi detención. La ciudad dormíatranquila. Cada traslado, al hospital, a la cárcel, a los juzgados, era unaenrabietada escenificación de impotencia y furia hacía el macabro asesino.Centenares de personas clamando justicia, pena de muerte, (que no existe eneste país) cadena perpetua, decapitación en plaza pública…
Las semanas fueron meses. Laspruebas médicas no acababan de ser concluyentes. Las sanguíneas sí. Estabandesconcertados. Jamás habían visto nada igual.
La sed de sangre se convirtió en"deshidratación". Mi cuerpo comenzó a deteriorarse. Intentaronengañarme. Sucedáneos de sangre. ¡Incluso zumos!. El efecto placebo, no lo fue.Las reservas de sangre eran escasas. Los hospitales no iban sobrados. Eldeterioro era evidente. Recurrieron a la lógica. La sangre animal consiguiófrenar, y muy lentamente, recuperar el aspecto habitual del envase sin alma,ávido de sangre.
Poco apoco dejaron de reírse y se fueron acercando a mi historia.   

Suredondeado rostro. Sus finos labios. Delgados. Aún sonriendo, su tristezainterior asomaba. Las miles de fiestas. Miles de amantes. Miles de litros desangre y corazones devorados. No sepultaban la tristeza sufrida en silencio. Rompió sus tristessilencios una noche, cuando nuestros cuerpos se unían y nuestras nochesempezaban y acababan juntos. Quizá eso fue lo que hizo que no la matara antes.A los ojos de otros era una mujer hermosa. A los ojos de los nuestros era una vampiresa hermosa y poderosa. Peroera vulnerable. Muy vulnerable. El saber lo frágil que era, a pesar de verlanoche tras noche irse con otros y disfrutar con ellos. Saber que el sufrimiento la consumía. Que deno ser como era, como todos la veían, su existencia habría durado muy poco. Esoretuvo mis ganas de matarla. Ver su blanquecina piel teñida de rojo. Sus pecasconfundidas con las gotas de sangre. Las delicadas manos portando el corazón desu exhausto amante nocturno. ¡Pero tan frágil!.
Estaba desquiciada. Erapoderosa. Nunca conocí a nadie tan fuerte. Fuerza física. Mental, no. Suvulnerabilidad se ocultaba en sus hechos. ¿Cuantas veces me arrepentí deabandonarla y dejarla morir?. Demasiadas. Quizá habría sido mejor dejar queella lo hiciera conmigo. Poco a poco lo hacía, pero me adelanté a su plan.
Aún hoy, miro y vuelvo a mirar,una y otra vez, las dos pequeñas fotos que siempre llevo de ella. Una en la queestá sola, de pie, al lado de un arbusto, o un pequeño árbol, no se distinguebien. Con una falda por la rodilla y una camisa violeta, ceñida, muy atrevidapara esos años, que marcaban sus pechos y dejaba su cuello despejado, ayudadopor la melena recogida en un moño. Reflejaba melancolía en su mirada. En laotra foto, junto a mí. Me pasaba un brazo por el cuello, le sujetaba esa manocon la mía. Hacia lo mismo con mi otro brazo y ella repetía mi gesto con sumano. Se le veía feliz. No me cansaba de ver las fotos. Nunca me cansé deverla. Nunca murió.
Volvieron a encontrarme. Norecuerdo donde fue.
Sólo. Siempre sólo. Sentíafrustración, la de quien sabe que acabará así, sin poderlo evitar. Tardédemasiados años en comprender mi eterna soledad. Inmortal, como mi existencia.Encadenaba pesada carga de tristeza cada día. Encadenaba mi presente al pasado,lastrándome, sin dejarme pensar, ni avanzarhacia el futuro. Acumulando una carga imposible de aguantar sin morir todos losdías. Renacía por la noche. Falsamente. Me movía por el mundo sin razón algunapor la que seguir vivo. Sin nadie a que amarrarme en medio del huracán de midesidia.
Debía ser por el norte de España. Sí. Es posible. Unaño antes de la guerra entre hermanos.De la sinrazón ideológica. Locura estúpida. El odio es tan fuerte como el amor.El odio se iba a apoderar de todo un país.
Paseaba por una empinada calle. Era invierno. Menos horas de luzsolar, que aprovechaba para variar de ambientes. La marginalidad de la nochemezcla lo menos deseable de la sociedad. La temprana anochecida tarde albergabamayor variedad.
Subía por la calle. Algo medetuvo. La sensación de reconocer una cara. Pronto caí en la cuenta. Esa caraque pasó a mi lado, fugaz. Me giré. También lo hizo la cara reconocida. Comoesperando que lo hiciera yo. Esperando causar el efecto que sabíaproduciría su visión. Beatriz. Melena rubia. Fogosa. Por eso era una de lasfavoritas de Susana. Delgada. Estatura media. Pechos pequeños. No los disfrutéa penas, Susana sí. Arrastraba una sordera que disimulaba, en parte, leyendolos labios de su interlocutor. Me acerqué. Me señaló con la cabeza que laacompañara. La seguí. Sin hablar. La pensión era mejor que la mía, sin grandeslujos, pero más confortable. Apenas 300 metros las separaban. La ropa le durópoco puesta. Se acercó. Había matado, por supervivencia, mujeres más hermosas.También maté hombres. Sólo cuando no encontraba mujer con la que saciar misangrienta sed. Hacía años que no tenía sexo. Desde Susana. Bajó mispantalones. Desabrochó mi camisa, sin quitármela. Me tiró a la cama de unempujón. Se colocó encima de mí. Masajeó mi pecho. Fue recíproco. Noté calor.Grité de dolor. Sus dedos penetraron en mí. Querían acceder al vacío corazónque me mantenía con vida. La muy zorra abrió dos profundas heridas alrededor deél. Solté un puñetazo que acertó en su pómulo. Cayó al suelo. Un gran charcorojo mojó mi espalda. Sangrando en abundancia abandoné el charco. Aún noqueadapor el golpe intentaba levantarse. Agarré su cuello. La ayudé a levantarse.Intentó impedirlo. Lanzó puñetazos que no encontraron destino, patadasinútiles. Clavé mis colmillos en uno de sus pequeños pechos. Se retorcía. Nosabría decir si de dolor o placer. ¿Elplacer del dolor? Amarrada por el cuellome giré y la lancé a la cama. Quedó en diagonal respecto a los lados más largos de la cama. Sucumbió al charco. Se tiñó del rojo de mi sangre. Mis piernas abrazaron sus caderas.Un mordisco en la yugular hizo encharcar, aún más, la cama. La sangre brotaba aborbotones. Até sus brazos, con su propia ropa, al cabecero de la cama. Rompíuna silla y con una de sus patas quebradas atravesé su corazón. Ya muerta, laviolé. Cuando acabé, su cuerpo seguía manteniendo su belleza. Poco a poco laperdería. Antes de abandonar la habitación descorrí las cortinas y abrí laventana de la habitación. El sol borraría su existencia.



2º-> VIDEO CREEPYPor Magiosa

 
3ª -> WEBCOMIC
 
Eegoo ¬¬ -  de Jorch, un soberbio maestro del rotu muy majo a quien le gustan las peleas de egos y demás.


Y bueno, ya terminamos la saga. Mandamos un gran saludo a los majetes de la seccion de asesinos de Abandomoviez, que ultimamente está muy inactiva, y quienes han protagonizado la segunda historieta de esta tira cómica.
Esperemos que ustedes, mis lectores/as, les haya gustado el relato del Sr. Lobo, los videos Creepy de Magiosa y Shadow, y las webcomics recomendables que linkeamos porque nos gustan mucho sus dibujos y sus historias. Mañan termianos.
 
Gracias por leernos, nos veremos mañana en la última parte de la saga Helloween (También explicaré el por qué se llama Helloween la saga).
 
Un cortial Saludos y toda esa Bazofia, Damas, señoritas, señoras, caballos, caballeros, y señoritos jeje.
 
OKAS!
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''El dinero es el escote de los Hombres''
*Tsuki Dark
 
 
''Vivo para reir, vivo para los demás, y sin eso no soy nada''
*Rob3rt Clown
 
 
''Ven aquí que te corte tu diminuto rabo''
*Conejo Blanco
 
 
''Ssssierpesss sserrrpentesss sserpenteaban lass ssservidumbresss ssservisssialess''
*Marty Promnight
 
 
 
''Vamos, auqnue tenga cara de búho, acojono con un hacha parlante en mano''
*Oy Olwn
 
 
''Barman es mi superheroe favorito, porque siempre aparece cuando más lo nesesito''
*Ivan Beer
 
 
''Callate Pendejo de Giovanni''
*Magiosa





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